Ingresa Manuel Marín a la Academia de Artes

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En una emotiva ceremonia, el pintor y escultor Manuel Marín ingresó oficialmente como miembro de número de la Sección Pintura a la Academia de Artes, la cual reúne a las personalidades más distinguidas en este campo.
El escultor Sebastian, presidente de ese cuerpo colegiado, fue el encargado de entregar el diploma y la medalla que acreditan a Manuel Marín, como miembro de la Academia de Artes, fundada en 1966.
Manuel Marín es pintor, escultor, dibujante, profesor y teórico. Nació en la ciudad de México en 1951, estudió pintura en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, y la carrera de ingeniería y maestría en matemáticas en el Instituto Politécnico Nacional.
En 1974 realizó su primera exposición individual y a la fecha ha presentado más de 90 muestras tanto en México como en el extranjero.
Durante la ceremonia, el maestro Marín agradeció a los miembros de la Academia que votaron por él para ingresar al cuerpo colegiado y advirtió que le toca un lugar muy importante, el que dejó Juan Soriano quien, dijo, es uno de los artistas más importantes del siglo XX en México, tanto por su actitud como por su obra.
En su alocución de ingreso, Manuel Marín dio muestras de su erudición e impartió una cátedra de historia del arte con el tema El juego en las artes plásticas, en la cual mostró cómo pintores de distintas épocas «juegan» en sus obras.
El juego, apuntó, es la primera forma de entendimiento del mundo, un entendimiento con placer y muchos artistas se valen de juegos de representación donde la realidad forma parte de la existencia.
Por ello, mostró pinturas que juegan con la luz, que presentan espacios absurdos, obras donde se juega con la posición, se usan juegos de transparencias o bien, se crean juegos de ficción, formas, composición y símbolos.
El juego, aseguró, trastoca la realidad y los mitos, sirve para burlarse de la representación, ya que por ejemplo, hay cuadros de cuadros o bien, pinturas donde aparecen los propios pintores, así como la misma imagen con diferentes fondos.
En la Coatlicue, apuntó el nuevo miembro de la academia, se presenta todo el movimiento solar, ya que el cielo, el Mictlán y la Tierra están en la escultura azteca.
También hay juegos de las representaciones de lo irreal en diversas obras, pues existen cuadros que presentan en una parte, la luz del día, y en la otra aparecen escenas nocturnas.
Manuel Marín aseguró que el juego en las artes plásticas es la expresión de la conciencia.
Teresa del Conde, encargada de dar respuesta al discurso de ingreso de Marín, así como de la bienvenida a nombre de todos los miembros de la Academia de Artes, consideró que la alocución de Marín se convertirá en libro, ya que se trata de un erudito ensayo sobre el juego en las artes.
El juego, agregó, es la base de la creatividad, lamentablemente los niños de hoy ya no juegan como antes, pues lo hacen a través de codificadores, por lo que es necesario replantear el juego en la actualidad.
Del maestro Manuel Marín, destacó que «todas las artes simultáneas suyas, incluyendo las escriturales, entran en escena para dialogar con sus posibles receptores y antes que nada consigo mismas».
De su trabajo, dijo, «nos vamos convirtiendo en sus cómplices y hasta en posibles lectores de las ideas que rondan sus obras».
Agregó, «sin acudir a ese mundo de desequilibrio que parece perseguir él mismo, la conclusión es pensar que puede encontrar en ese mundo suyo, de la escultura y de la pintura, el equilibrio».
Louise Noelle Gras comentó que la de Marín «ha sido una productiva existencia en el terreno del arte, con numerosas exposiciones y reconocimientos».
Su desarrollo prolífico, le ha permitido acercarse a diversos géneros, «empleando con maestría técnicas que van desde el dibujo hasta la escultura, sin olvidar un buen número de publicaciones que nos hablan de sus preocupaciones estéticas y plásticas».
En el contexto de su ingreso a la Academia de Artes, también fue inaugurada la exposición Cementerio mineral, que estará en exhibición en la Fundación Sebastian.
En esta muestra, señaló Louise Noelle, lo lúdico parece ser la característica, ya que hasta el mismo título, representa un juego de palabras ya que lo mineral, al no tener vida, no debería requerir de un cementerio.
Cementerio mineral, agregó, es una búsqueda sensorial y estética por los caminos de la introspección, donde los aspectos sorpresivos se conjugan con los intemporales: dibujo y metal, trazos y colores, salen al encuentro del espectador y generan emociones que van desde la angustia hasta la sensualidad y la exaltación.

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